Para las mujeres privadas de la libertad, estar en prisión no sólo es ser invisible, sino también es “navegar” entre penumbras en materia de acceso a derechos humanos; situación que se agrava para todas aquellas que maternan en las cárceles de México.
Pese a que la Ley Nacional de Ejecución Penal pretende mejorar las condiciones de vida de quienes están en reclusión, los penales están muy lejos de garantizar su integridad física, moral y sexual. En este trabajo, Haydee, Adriana y Beatriz -tres mujeres que estuvieron en prisión- retratan las injusticias del sistema penitenciario.
En México hasta agosto se contabilizaba una población total de 229 mil 945 personas, de las que 12 mil 903 son mujeres, es decir, ¡sólo el 5.62 por ciento! En ese sentido, la Encuesta Nacional de Población Privada de la Libertad (Enpol) 2021 arrojó que 17.5 por ciento de las mujeres no acudieron al médico del centro penitenciario durante su embarazo; de ellas, a 22 por ciento fue porque los médicos de la cárcel le negaron el servicio.
A este “vacío” se suma la falta de acceso a ropa interior, productos de higiene -menstrual y personal- hasta servicios de atención ginecológica, obstétrica y pediátrica. Es así que, con esta ‘fotografía’, Mujeres Unidas por la Libertad envía un mensaje: “los derechos humanos no son negociables; ‘suelten’ los estigmas”.
“Yo entré sola y salí con alguien en brazos”, cuenta Haydee, una mujer de 35 años que fue privada de la libertad y cuyo embarazo la tomó por sorpresa. Ella considera que lo más difícil de convertirse en mamá en prisión fue tener que compartir la cárcel con su hija.
Ser mujer en el sistema penitenciario mexicano significa ser invisible y esto, en gran medida, responde a que los penales fueron hechos por y para hombres, considera Beatriz Maldonado, directora general de la organización Mujeres Unidas por La Libertad. Esto pone límites a contar con espacios dignos y, por tanto, se restringe el derecho a la salud integral.
Con una población de más de casi 13 mil mujeres privadas de la libertad, queda claro que la impartición de justicia con perspectiva de género está muy lejos de ser un tema en la agenda.
En México hay 285 centros penitenciarios, de los que 14 dependen del Gobierno federal, 13 de la CDMX y 258 corresponden a los estados. En ellos se reporta que:
Casi 13 mil mujeres viven en prisión.
500 niñas, niños y adolescentes vivían con sus madres en prisión hasta 2016.
1 de cada 2 mujeres no tienen acceso a atención ginecológica al interior de la prisión.
1 de cada 2 mujeres se sienten inseguras al interior del centro penitenciario
Fuentes: Reinserta
Al interior de las cárceles, las mujeres están expuestas a diferentes tipos de riesgos que complican su estancia.
Las mujeres en reclusión trabajan para ser autosuficientes, participan en talleres, se “juegan la vida” y al salir algunas buscan la reinserción social.
Las cárceles en México NO cuentan con las condiciones para albergar niñas y niños en un ambiente libre de violencia.
Al 41 por ciento de las mujeres en la cárcel se les practicó la prueba de Papanicolau, mientras que a 30.6 por ciento se les realizó un examen para detectar cáncer de mama, según el Inegi.
Dada la ausencia del Estado para garantizar al 100 por ciento el acceso al derecho a la salud integral, colectivas, organizaciones y activistas trabajan para llevar productos de higiene a mujeres privadas de la libertad.
Las donaciones van desde artículos de aseo personal hasta kits para garantizar una menstruación digna.
Radio Fórmula 2022